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JOHN WATERS Uno de los grandes reyes de la contracultura, la basura y el cine underground. Irreverente hasta la saciedad, John Waters nació en Baltimore en 1946, ciudad en la que ha rodado todas sus películas.
Pero... ¿quién es este tipo? Desde pequeño ha estado obsesionado con la violencia, el sexo y la suciedad. Considerándose un freak desde siempre (y probablemente lo sea), comenzó a rodar pequeños filmes en 8 y 16 mm hasta que, en 1972, llegara la mítica Pink Flamingos, una historia sobre Divine, un travestido autoconsiderado la persona más guarra del mundo. Sucesivas escenas de perversiones que se rematan con la ingesta de una auténtica cagada de perro. Sí, sí, auténtica.
Continúa haciendo cine-basura (apelativo nada peyorativo) hasta que llega Hairspray, una comedia sobre la juventud América, tupés y con su toque especial, que le abriría las puertas de Hollywood. Su estilo narrativo y visual se relaja, pero jamás, hasta la actualidad, pierde su sello y su burla de la sociedad norteAméricana.
¿Qué es el cine trash? Contracultura, suciedad, sexo explícito y nada común, violencia, situaciones estrambóticas y, no siempre, ácida crítica. John Waters es una de sus más grandes cabezas, seguida de uno de sus directores favoritos: Pedro Almodóvar (en sus comienzos, claro). Pepi, Lucy y Boom o Laberinto de Pasiones dejan claras las conexiones entre ambos.
¿Qué películas hay que ver? Evidentemente, este es de los pocos casos en los que hay que ver todas. Mejores y peores, el inconfundible sello de John Waters hace de todas sus obras películas que escapan a los clichés tradicionales. Aun así, intentando jerarquizar un poco, desde luego, la primera es Pink Flamingos. Eso sí, hay que preparar el estómago y la moral, no vaya a ser que entren ambos en estado de shock. Dentro de la etapa menos underground, no os perdáis Hairspray. Pecket y Los Asesinatos de Mamá, rodados como sencillas comedias, mantienen su esencia irreverente, pero más explícita. Y desde aquí lo agradecemos. Treinta años después, hacer lo mismo es un poco aburrido.
Un par de curiosidades John Waters no deja lo estrambótico sólo para el cine. Auténtico amante del trash, declara abiertamente que una de sus mayores aficiones es la de asistir a los juicios. Sin ir más lejos, no se perdió uno solo de la familia Manson.
Realizó un spot para los cines de EEUU recordando que no se debía fumar en las salas. Aparecía él, en un plano medio, fumando unas saboreadas caladas mientras insistía al público que no podía hacer exactamente eso por muchas ganas que tuvieran. Al final, se fuma más de medio cigarro de una calada.
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