Hace una década que un amigo me tomó un close-up en una concurrida calle de Amsterdam. Poco sabia él en ese momento -y menos sabría yo- que esa foto se convertiría en la fotografía, en la imagen plasmada en papel de revelado que habría de escoger como mi preferida de toda mi vida. Es una foto que fue tomada muy de cerca, en blanco y negro (todas mis fotos favoritas son en blanco y negro), y hacía un día radiante de verano. Delante de mí, en ese instante pasaba el Tranvía número 25 que siempre me llevaba al suburbio de Gassperplas donde pasaba unos meses en casa de mi fotógrafo-amigo.
Quiero compartir esta imagen con todos ustedes, porque realmente creo que todos poseemos esa fotografía que ha capturado nuestra alma completa en un momento mágico, pasajero y a la vez eterno.
!Nunca fue un rostro tan sereno, ni una ciudad tan enérgica!
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